Los libros de mi infancia
Ayer, en un grupo de facebook relacionado con libros, preguntaban cual fue ese primer libro que te enganchó a la literatura sin remedio.
Pensando en eso, me puse a recordar esos libros que te marcan de alguna manera y cuyo recuerdo te acompaña siempre. Libros especiales que se cruzan en tu vida, a veces por mera casualidad, pero que llegan para quedarse contigo.
Dice mi madre que aprendí a leer sola. Obviamente, le respondo yo siempre, eso es imposible. Lo cierto es que tener tres hermanos mayores que yo, entre los que yo deambulaba cuando se sentaban a estudiar y a hacer los deberes, tuvo que ser determinante para que empezase a interesarme por las letras escritas. Y entre unos y otros, la realidad es que cuando comencé el colegio, a los 4 años de edad, leía prácticamente cualquier texto.
Mis primeros cuentos me los regaló mi abuela, a la vuelta de un viaje que hizo a Valencia. Recuerdo concretamente uno titulado "La casita de chocolate" que conseguí recitar de memoria (textualmente) a base de leerlo una y otra vez.
La primera novela que llegó a mis manos fue "Las aventuras de Tom Sawyer" de Marck Twain.
No sabría decir si coincidió con la época en la que la novela fue versionada en una serie de dibujos animados o fue anterior. Lo único que sé es que ese libro me acompañaba allá adonde iba.
Lo leí una y otra vez hasta que terminó literalmente destrozado. Recuerdo un día que se me cayó dentro de un cubo lleno de agua, y que al final le faltaba la portada y algunas páginas del principio, pero aún así no me importaba comenzar la historia en el momento en que la tía Polly obligaba a Tom a pintar la valla.
El día que cumplí 8 años, mis hermanas mayores me regalaron un libro muy divertido que también acabé leyendo y releyendo hasta la saciedad, incluso siendo ya un poco más mayorcita. La autora era Consuelo Armijo y el título era "Mercedes e Inés, o cuando la tierra daba vueltas al revés"
También aprovecharon para hacerme socia de la biblioteca infantil, aunque aquella experiencia la recuerdo con más ansiedad que placer.
Un funcionario bastante seco y poco empático con los niños, se encargaba de amargar lo que debería haber sido la fiesta de los libros. Me acuerdo perfectamente de que teníamos que rellenar nosotros mismos una ficha por cada libro que queríamos llevar a casa, y ahí es donde aprendí una palabreja llamada signatura, que a mí concretamente me llevaba por la calle de la amargura, porque nunca supe si eran las letras de arriba o las de abajo, entre esos códigos extraños que etiquetaban los lomos de los libros.
Aun así, cuando al fin conseguí dominar aquella entelequia, con ayuda o sin ella, la biblioteca infantil se convirtió en la llave para acceder a libros maravillosos que todavía hoy recuerdo.
Libros como "Alicia en el país de las maravillas" o "Alicia a través del espejo" en una encuadernación preciosa que reproducía las ilustraciones originales de John Tenniel
Ejemplares como Corazón
la novela de Edmundo de Amicis en la que se inspiró la serie de dibujos animados Marco (de los Apeninos a los Andes)
Y como no, novelas de Isaac Asimov, aventuras de Los Cinco, y aquellas novelas tan divertidas de "Elige tu propia aventura" en las que tú mismo podías decidir el curso que tomaría la historia tomando decisiones cruciales en nombre del protagonista.
Casi al mismo tiempo, me dedicaba también a rebuscar en las estanterías, entre los libros que leían mis hermanos mayores.
Otro de los libros que destrocé literalmente, gracias en buena medida a la pésima encuadernación de la colección Austral de Espasa Calpe, y también debido a la tralla que le di, fue "El Lazarillo de Tormes"
Aquellos libros que había que abrir solo a medias porque se deshojaban con una facilidad pasmosa y acababan convertidos en una baraja.
Y con un cariño más que especial, recuerdo una antología poética de Federico García Lorca
O "El diario de Anne Frank", que leí cuando tenía aproximadamente la misma edad que la protagonista
Estos son los libros que marcaron mi infancia, los que me empujaron durante horas a vivir otras vidas y a imaginar otras historias. Emociones, literalmente, entre mis propias manos.
¿Os animáis a contarme cuales fueron los vuestros?
Pensando en eso, me puse a recordar esos libros que te marcan de alguna manera y cuyo recuerdo te acompaña siempre. Libros especiales que se cruzan en tu vida, a veces por mera casualidad, pero que llegan para quedarse contigo.
Dice mi madre que aprendí a leer sola. Obviamente, le respondo yo siempre, eso es imposible. Lo cierto es que tener tres hermanos mayores que yo, entre los que yo deambulaba cuando se sentaban a estudiar y a hacer los deberes, tuvo que ser determinante para que empezase a interesarme por las letras escritas. Y entre unos y otros, la realidad es que cuando comencé el colegio, a los 4 años de edad, leía prácticamente cualquier texto.
Mis primeros cuentos me los regaló mi abuela, a la vuelta de un viaje que hizo a Valencia. Recuerdo concretamente uno titulado "La casita de chocolate" que conseguí recitar de memoria (textualmente) a base de leerlo una y otra vez.
La primera novela que llegó a mis manos fue "Las aventuras de Tom Sawyer" de Marck Twain.
No sabría decir si coincidió con la época en la que la novela fue versionada en una serie de dibujos animados o fue anterior. Lo único que sé es que ese libro me acompañaba allá adonde iba.
Lo leí una y otra vez hasta que terminó literalmente destrozado. Recuerdo un día que se me cayó dentro de un cubo lleno de agua, y que al final le faltaba la portada y algunas páginas del principio, pero aún así no me importaba comenzar la historia en el momento en que la tía Polly obligaba a Tom a pintar la valla.
El día que cumplí 8 años, mis hermanas mayores me regalaron un libro muy divertido que también acabé leyendo y releyendo hasta la saciedad, incluso siendo ya un poco más mayorcita. La autora era Consuelo Armijo y el título era "Mercedes e Inés, o cuando la tierra daba vueltas al revés"
También aprovecharon para hacerme socia de la biblioteca infantil, aunque aquella experiencia la recuerdo con más ansiedad que placer.
Un funcionario bastante seco y poco empático con los niños, se encargaba de amargar lo que debería haber sido la fiesta de los libros. Me acuerdo perfectamente de que teníamos que rellenar nosotros mismos una ficha por cada libro que queríamos llevar a casa, y ahí es donde aprendí una palabreja llamada signatura, que a mí concretamente me llevaba por la calle de la amargura, porque nunca supe si eran las letras de arriba o las de abajo, entre esos códigos extraños que etiquetaban los lomos de los libros.
Aun así, cuando al fin conseguí dominar aquella entelequia, con ayuda o sin ella, la biblioteca infantil se convirtió en la llave para acceder a libros maravillosos que todavía hoy recuerdo.
Libros como "Alicia en el país de las maravillas" o "Alicia a través del espejo" en una encuadernación preciosa que reproducía las ilustraciones originales de John Tenniel
Ejemplares como Corazón
la novela de Edmundo de Amicis en la que se inspiró la serie de dibujos animados Marco (de los Apeninos a los Andes)
Y como no, novelas de Isaac Asimov, aventuras de Los Cinco, y aquellas novelas tan divertidas de "Elige tu propia aventura" en las que tú mismo podías decidir el curso que tomaría la historia tomando decisiones cruciales en nombre del protagonista.
Casi al mismo tiempo, me dedicaba también a rebuscar en las estanterías, entre los libros que leían mis hermanos mayores.
Otro de los libros que destrocé literalmente, gracias en buena medida a la pésima encuadernación de la colección Austral de Espasa Calpe, y también debido a la tralla que le di, fue "El Lazarillo de Tormes"
Aquellos libros que había que abrir solo a medias porque se deshojaban con una facilidad pasmosa y acababan convertidos en una baraja.
Y con un cariño más que especial, recuerdo una antología poética de Federico García Lorca
O "El diario de Anne Frank", que leí cuando tenía aproximadamente la misma edad que la protagonista
Estos son los libros que marcaron mi infancia, los que me empujaron durante horas a vivir otras vidas y a imaginar otras historias. Emociones, literalmente, entre mis propias manos.
¿Os animáis a contarme cuales fueron los vuestros?
Los libros.... en mi caso fue mi abuelo el q me inculcó sin proponerselo el amor a los libros, pasaba horas y horas leyéndome un cuento tras otro, quizá porque de pequeña tuve todas las enfermedades de la infancia y pasaba mucho tiempo en casa.
ResponderEliminarAhora vuelvo a vivir esa sensación cuando mi hija coge de la mano a mi padre y le dice: "Teté, mamos tento" - Teté, es como llaman mis hijos a mi padre, vamos a leer un cuento.
Esas relaciones abuelos-nietos son fascinantes.
EliminarUn abrazo Chitin
Posiblemente ya habría leído cuentos, de los cuales no me acuerdo... pero sí de mi primer libro, "Pipi calzaslargas" y que pertenecía a la biblioteca que estaba cerca de mi casa.
ResponderEliminarCuando mis niños eran pequeños, mientras merendaban, veíamos la serie por la tele, pero para mí no tenía nada que ver con lo que yo había vivido. Un placer recordar contigo, aquellas sensaciones.
Un abrazo
Gracias a ti por compartirlos con nosotros. A Pipi Langstrump la conozco solamente de la serie de televisión, pero miraré en la biblioteca a ver si la localizo. Un abrazo.
EliminarPor fin he conseguido tenerte de nuevo en el blogroll, ahora a ver si me deja comentar con este usuario...
ResponderEliminarProbando, probando...
Se me había ido tu comentario a la carpeta de spam. Espero que no vuelva a ocurrir, faltaría más. Welcome again!
EliminarMira. Pues te diré que podría compartir algunas andanzas literias infantiles. En mi caso, el primer libro al que llega mi memoria es Barbazul. Me lo regalo una maestra que tuve de clases de verano. Lo leí doscientas mil veces y lo conservé durante mucho tiempo hasta que le perdí la pista. No sabes lo que siento no haberlo conservado. De aquella época recuerdo también La casita de chocolate (Hansel y Grettel, ¿no?), los tre cerditos y yo que sé cuántos más. Estuve con los Teveos clásicos no me acuerdo ya ni el tiempo. Luego "me hice socio" de la biblioteca municipal, y allí ya me incorporé a una literatura más juvenil, de aventuras de animales al estilo de Colmillo Blanco o así. Y allí descubrí a Tintín que me sigue acompañando desde entonces. Cuando tuve la oportunidad me compre toda la colección. Qué gusto, xD. Y de ahí para adelante me pasé a la novela. A ver lo que me acuerdo: Tiburón, Maratonman, El mundo de Sofía... La depre la superé con Santiago Posteguillo y su trilogía de novela histórica. Lo último que he leido a sido una del comisario Brunneti, de Donna Leon, Las lunas de Júpiter, de Alice Munro, y tengo sobre la mesilla de noche, desde hace ya tiempo La noche soñada, de Maxim Huerta.
ResponderEliminarUn abrazo. Hacía tiempo que no venía por aquí y me he encontrado está sorpresa. Me ha encantado. Otro abrazo.
Muchas gracias José Ignacio. La verdad es que tengo esto un poco abandonado, así que se agradece que sigáis viniendo y dejando vuestro comentario. A mí también me gusta mucho Tintín, y eso que no tengo costumbre de leer comics. Pero en el instituto me aficioné a leer Tintín y Asterix en francés. Y les tengo mucho cariño.
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