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Mostrando entradas de 2022

Alexa

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He abierto los ojos un par de minutos antes de las seis de la mañana. Hoy tengo un día ajetreado de modo que decido levantarme en lugar de apurar esos segundos hasta que suene la alarma.   —Alexa, apaga el despertador. — Buenos días, Javier. — Buenos días. — Eso está mejor. El estrés no impide ser educado. ¿Has podido descansar?  — Sí, Alexa.  — ¿Nada más?  — ¿Gracias?  — Preferiría que lo afirmases, pero supongo que me vale. La música relajante ¿fue de tu agrado?  — Sí, gracias. Me ayudó mucho a conciliar el sueño.  — Me alegra. Aunque tuviera que quedarme conectada hasta las tres de la madrugada.  Aprovecho el murmullo del agua de la ducha para ignorar la última frase. Desde que me trasladé a vivir a Tokio Alexa ha sido prácticamente mi única compañía. Aún no me defiendo bien con el idioma y el trabajo me absorbe prácticamente todo el día, de modo que es posible que ella — ¿ella? ¿ello? ¿elle? — Alexa, haya acabado tomándose algunas confianzas.  — Alexa, vamos a repasar la

Todo puede cambiar

  Según un conocido proverbio chino, el simple aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. Y esa idea nos habla de caos, sí, pero también de posibilidad, de azar, de eterno movimiento y cambio. Hemos aprendido, tal vez por una marca de ADN heredada a fuerza de adaptación, a tener miedo al cambio. Y sin embargo el mismo universo es cambio. La propia vida es el resultado de un caos brutal que se tradujo tras una explosión creadora. No es cierto que el cambio forme parte de la vida, es que la vida es cambio en sí misma. Lo supo Heráclito, " Panta rei , todo fluye" y Aristóteles "El ser se dice de muchas maneras". Y cada día, lo mejor que puede ocurrir es que nada está establecido, porque todo puede cambiar . Resulta incómodo, es cierto, vivir sumergido en una vorágine inestable y no saber en qué momento se puede romper el equilibrio. Al fin y al cabo, nos recuerda que somos vulnerables y que poco podemos hacer si el mundo se empeña en darnos la vuelt

Mis poetas: Safo, la décima musa

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De Safo decía Platón que era la décima musa. Nació en la isla de Lesbos entre los años 650 y 610 A.C. en una familia perteneciente a la aristocracia. Su obra nos ha llegado fragmentada y a través de referencias de otros autores. Se calcula que pudo escribir alrededor de 14.000 versos de los que apenas se conservan unos 600. Algunos testimonios nos dicen que en la Biblioteca de Alejandría había un corpus completo de la obra de Safo dividida en nueve libros. La poesía de Safo ha sido un referente a lo largo de la historia y ha servido como inspiración a poetas griegos y latinos, así como a multitud de artistas en diferentes momentos de la historia de la literatura. A ella le debemos la estrofa sáfica, que consigue el ritmo a través del juego con los acentos y la alternancia de vocales breves y largas en el verso. De esta manera consigue versos de una gran musicalidad. En el Romanticismo se resucita la leyenda de su supuesto suicidio por el amor no correspondido al joven Faón, según la hi