Todo puede cambiar

 Según un conocido proverbio chino, el simple aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.

Y esa idea nos habla de caos, sí, pero también de posibilidad, de azar, de eterno movimiento y cambio.
Hemos aprendido, tal vez por una marca de ADN heredada a fuerza de adaptación, a tener miedo al cambio. Y sin embargo el mismo universo es cambio. La propia vida es el resultado de un caos brutal que se tradujo tras una explosión creadora. No es cierto que el cambio forme parte de la vida, es que la vida es cambio en sí misma.
Lo supo Heráclito, "Panta rei, todo fluye" y Aristóteles "El ser se dice de muchas maneras". Y cada día, lo mejor que puede ocurrir es que nada está establecido, porque todo puede cambiar.
Resulta incómodo, es cierto, vivir sumergido en una vorágine inestable y no saber en qué momento se puede romper el equilibrio. Al fin y al cabo, nos recuerda que somos vulnerables y que poco podemos hacer si el mundo se empeña en darnos la vuelta. Pero al final, la vida no es otra cosa que la suma de las pequeñas luchas de cada ser por seguir aleteando.
Me quedo con una frase maravillosa de Ana María Matute: “El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad”

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