Dejar ir
Esta mañana, después de un rato haciendo yoga, estando en savasana, he tenido una sensación extraña. He sentido que una parte de mi vida pasada, a la que me aferro sin sentido, por fin encontraba el camino para marcharse. He sentido que así debía ser, que el pasado jamás regresa y es inútil intentar retenerlo. Que no puede condicionar nuestro presente algo que ya marchó, y que ya no tiene su momento.
Fue Heráclito quien escribió aquello de que es imposible bañarse dos veces en el mismo río. La vida pasa, y cada día cuando amanece nada es exactamente igual.
En ocasiones, tratamos de fosilizar experiencias o empeños del pasado y acabamos por convertirlas en tristeza, frustación, rencor o angustia, en lugar de conservarlas simplemente como lo que son: un recuerdo.
Dejar ir, soltar, desprenderse
de aquello que no encaja en el momento.
Respirar y despedirse sin rencor,
en paz, como una parte del camino.
Permitir que se marche sin tristeza,
como se dejan ir las estaciones.
como se dejan ir las estaciones.
Como ese aire que ahora inhalas
y ya no es aire.
Igual que se abandonan
las plumas viejas.
Dejar ir es un acto de crecimiento personal profundo. Liberar lo que nos limita nos permite crecer, aprender y abrirnos a nuevas oportunidades que moldean nuestra evolución interior.
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