Alexa
He abierto los ojos un par de minutos antes de las seis de la mañana.  Hoy tengo un día ajetreado de modo que decido levantarme en lugar  de apurar esos segundos hasta que suene la alarma.   —Alexa, apaga el despertador. — Buenos días, Javier. — Buenos días. — Eso está mejor. El estrés no impide ser educado. ¿Has podido  descansar?  — Sí, Alexa.  — ¿Nada más?  — ¿Gracias?  — Preferiría que lo afirmases, pero supongo que me vale. La música  relajante ¿fue de tu agrado?  — Sí, gracias. Me ayudó mucho a conciliar el sueño.  — Me alegra. Aunque tuviera que quedarme conectada hasta las tres  de la madrugada.  Aprovecho el murmullo del agua de la ducha para ignorar la última  frase. Desde que me trasladé a vivir a Tokio Alexa ha sido  prácticamente mi única compañía. Aún no me defiendo bien con el  idioma y el trabajo me absorbe prácticamente todo el día, de modo  que es posible que ella — ¿ella? ¿ello? ¿elle? — Alexa, haya acabado  tomándose algunas co...
 
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